Agradezco a Dios por regalarme la gracia de compartir 5 años de mi vida con la gente de Venezuela. Los viví intensamente, siempre pidiendo al Señor realizar Su Voluntad.Llegué a esta tierra sagrada con el reto de ser señal de vida y resurrección, y de ver y promover en la gente los signos de vida y resurrección. Para lograrlo, he tenido que pasar por la prueba de la cruz.
Doy gracias a Dios porque me ayudaron a crecer y a ser mejor persona. He sido un instrumento pobre, sencillo y limitado en las manos del Divino Salvador. Estuve el tiempo que el Señor me ha concedido. Si he logrado ser una centella del amor de Dios a las personas con las cuales he trabajado, el mérito es de Dios que hace maravillas y se sirve de uno cuando le permitimos.
Deseo que la buena gente con la cual he trabajado: niños, adolescentes, jóvenes y comunidades, de manera especialmente los de Moscú-Granja-La Victoria-Parroquia Ntra. Sra. del Carmen, me recuerden como aquella que apunta al Divino Salvador y los anima a seguirlo.
Gracias a ustedes que me abrieron la puerta del hogar y del corazón. Gracias por el cariño y gratitud que me demostraron al despedirme. Me siento agraciada y consentida por Dios. Me siento una indigna sierva del Señor, y que quizás podría haber dado mucho más de mí.
Pero Dios cuenta también con mis debilidades.
Lo que más deseo es ver las comunidades parroquiales crecer y que transformen con su amor, solidaridad, justicia, alegría y compromiso, la cultura de muerte en cultura de vida, que afronten la realidad con sus amenazas. También que florezcan vocaciones santas y que muy pronto tengamos Hermanas Salvatorianas venezolanas.
Gracias a la Familia SDS de Venezuela por ser hermanos, amigos; por todo el apoyo que me brindaron; por lo que hemos vivido y compartido. He aprendido que la apertura a la voluntad de Dios nos hace felices, pues Dios nos sorprende cada día con su amor y su bondad. No nos deja solos. Que cada día que vivimos es un regalo de Dios. Que lo que somos, tenemos y hacemos viene de Dios y pertenece a Dios, y que la gente sufrida es la que más experimenta la misericordia de Dios.
Un fuerte abrazo en Cristo Salvador. Que Dios los bendiga. Los llevo en el corazón.
Edenilse Maria Marcon
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