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miércoles, 1 de abril de 2009

Al servicio de la vida

Impulsados por este ideal: “Que todos te conozcan a ti Dios único y verdadero y a tu enviado Jesucristo”, y llenos de amor apasionado por el Divino Salvador, los jóvenes españoles misioneros Salvatorianos, padres Fernando López e Hipólito Pérez, llegaron a San Félix el 4 de octubre de 1984, hace 25 años.

Al llegar encontraron una comunidad pobre, sedienta y poco asistida. Según testimonios: “Los sacerdotes y diáconos de las parroquias vecinas nos atendían cuando podían. Quedamos felices, ahora teníamos nuestros propios sacerdotes”.

Pronto se sumaron otros misioneros españoles: los padres Lorenzo Garijo, José María Rodanés y Santiago Pérex, los hermanos Eugenio González y Primitivo Mauleón, y algunos laicos españoles que vinieron a compartir su vida. En el 2001 llegamos nosotras, las hermanas Salvatorianas. También han pasado por aquí estudiantes del Vicariato Salvatoriano de Venezuela en tiempos de vacaciones.

En los últimos años vendrían los sacerdotes venezolanos Gilberto Vivas y, de reciente ordenación, José Vásquez; y, como fruto de estos 25 años de misión, ahora tenemos los Laicos Salvatorianos, que con nosotros han abrazado el carisma y la misión SDS, conformando una familia.

Los Salvatorianos en San Félix sembraron a tiempo y a destiempo. Encontraron muchas dificultadas y obstáculos que vinieron a firmar y a dar resistencia a la misión.

Han sembrado en cada corazón una centella del amor de Dios. Han utilizado todos los medios que el amor de Cristo inspira: formación de Comunidades Eclesiales de Base, visita a hogares y enfermos, catequesis, celebraciones, escuelas parroquiales para atender a los niños más desfavorecidos, construcción de capillas y centros comunitarios, grupos de ancianos, formación de catequistas, animadores y continuadores, pastorales diversas, cooperativas y distintos proyectos.

Muchas cosas se han logrado. Recientemente escuchamos de un señor el siguiente testimonio: “De mi familia soy el único que participa de la Iglesia. Mis hermanos preguntan si voy a ser cura. Les digo que sí, por que gracias a los Salvatorianos soy lo que soy, he conocido a Dios, no bebo, tengo mi familia y siento mucha alegría en servir”.

Aquí encontramos a mujeres que, aún estando enfermas, se sacrifican y se donan totalmente al servicio de la comunidad por el gran amor que sienten por el Divino Salvador y porque fueron marcadas por el testimonio del los Salvatorianos.
De una persona que no participa de la comunidad, hemos recogido el siguiente testimonio: “Hace años conozco esas mujeres. Ellas vivían
un infierno en sus hogares. Sus esposos eran unos borrachos, mujeriegos y todos los días era una pelea en sus casas. Desde que ellas se incorporaron a trabajar en la Iglesia, poco a poco todo fue cambiando, y hoy tienen un hogar envidiable: los hombres las respetan, trabajan, ya no se emborrachan, y ya no se escuchan peleas. Los hijos están en buenos pasos, trabajando o estudiando”.

Son muchos los jóvenes que crecieron con los Salvatorianos y dedicaron las mejores fuerzas de su juventud al servicio de la Iglesia, ayudando a construir la historia.

Todavía “hacen falta muchas cosas para conseguir la paz”, como dice la canción, y dar a conocer a Jesús, ya que los sectores han crecido demasiado rápido y, con ellos, los problemas de inseguridad, necesidades básicas, salud, educación, trabajo…
Es hora de darles las gracias a los misioneros Salvatorianos españoles por toda la vida sembrada y cultivada en esta tierra.

Gracias por el amor, por los mejores años de su juventud y de su vida que han dedicado a esta misión que sabemos la llevan en el corazón.

Gracias por todas las vidas que han salvado. ¡Qué el Divino Salvador los recompense! Como dijo padre Jordán: “Otros vendrán y continuaran la obra”. Esperamos conseguir la fuerza necesaria para continuar la misión y pedimos al Divino Salvador que nos bendiga con vocaciones.



Hnas. Edenilse Marcon, Luciane Maciel y María Concepción Ochoa, sds

Fuente: Revista "Iglesia y Vida" (Septiembre 2008)

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